Resumen: | Abrevando en la etnografía, la etnología comparativa, la arqueología, la lingüística y la filosofía a la hora de lidiar con el viejo problema de la relación entre palabras y cosas, este libro compone una investigación ecléctica en el mejor de los sentidos. Se trata nada menos que de entender la ergología, la cultura material, la tecnología o materialidad de los wichís del Gran Chaco (parientes de los weenhayek de Bolivia); se trata, por sobre todo, de entender qué significan para ellos las “cosas”, “artefactos” u “objetos”. ¿Es posible elaborar una traducción que no traicione por completo sus concepciones de lo material? Porque para nosotros es claro que un machete, una red o una pala son “objetos” o “artefactos”. Pero –valga el juego de palabras– la cosa se complica cuando nos referimos a la vida social del fuego, el sendero, los amuletos, el perro, los nombres personales o la propia casa. Ignorando la mezquindad de las jurisdicciones, el libro acomete ese dilema con un rigor descriptivo poco común. Oscilando entre una “enciclopedia razonada de la cultura material wichí” y categorías locales como “morada”, “recipiente” o “instrumento”, nos propone una etnolingüística paciente, meticulosa, detallista, de la cual el mejor elogio que puede hacerse es que resulta demasiado lingüística para los antropólogos y demasiado antropológica para los lingüistas. Una etnolingüística que enfrenta la complejidad de las cosas explicitando las dudas, las lagunas, las zonas grises, las discrepancias, las inconsistencias propias y ajenas, los contrapuntos entre las escuelas académicas, entre los autores y, más importante aún, entre los propios wichís |